¿Por qué seguir comprando flores frescas se ha convertido en tradición en Madrid?

Madrid es una de las ciudades europeas con mayor tradición de comprar flores frescas en la calle o mercadillos. Pasear por sus calles, en especial por los barrios históricos, es encontrarse con puestos coloridos llenos de flores frescas que adornan las aceras y las plazas, ofreciendo un respiro de naturaleza en medio del bullicio urbano. Esta tradición que viene de siglos atrás, es mucho más que una transacción comercial ya que refleja el carácter romántico y festivo de los madrileños, quienes han sabido mantener esta tradición a través de los años en el corazón de la capital española

Las Salesas

Uno de los barrios madrileños con mayor tradición en flores es el barrio de las Salesas, se trata de una barrio con mucha vida que en los últimos años viene celebrando el llamado The Festival by Salesas que es mucho más que un mercadillo ya que se mezcla el arte, con comida y con flores frescas entre otras muchas actividades. Se trata de un street markt cosmopolita y único en Madrid en el que Margarita se llama mi amor tiene su espacio para que puedas descubrir ramos de flores frescas únicos y especiales 

Flores para cada ocasión

En Madrid, las flores tienen un significado especial y están presentes en muchos momentos de la vida de sus habitantes. Uno de los más destacados es el Día de San Valentín, cuando las floristerías de la ciudad experimentan un incremento en la demanda. Durante esta jornada, es tradición que los madrileños acudan a comprar flores para las personas que quieren, especialmente rosas o peonías entre otras Es un acto de amor y respeto que se repite año tras año, reforzando el papel simbólico de las flores en la vida madrileña.

Sin embargo, las flores no solo están asociadas a momentos de amor sino que también se asocian a la decoración, un ramo de flores puede conseguir cambiar cualquier estancia, haciendo de ella un lugar lleno de luz y distinguido

Flores y festividades en Madrid

En la primavera, las calles de Madrid se llenan de flores, no solo en sus parques y jardines, sino también en las manos de los transeúntes. El 15 de mayo, durante la festividad de San Isidro, el patrón de la ciudad, es común ver a los madrileños llevando claveles en sus trajes de chulapos y chulapas, los trajes típicos de la festividad. Los claveles rojos, blancos y rosas son los protagonistas de esta celebración, y los floristas de la ciudad aprovechan la ocasión para decorar sus puestos con los ramos más vistosos.

Además, durante la Navidad, aunque es más común encontrar puestos de árboles y adornos navideños, muchas floristerías ofrecen flores como las poinsettias, conocidas en España como "flores de Pascua". Estas plantas de hojas rojas intensas se han convertido en un símbolo de las festividades navideñas, adornando hogares y comercios por igual.

El encanto de las floristerías tradicionales

Madrid cuenta con una rica herencia de floristerías tradicionales que, a pesar del paso del tiempo y la evolución del comercio, siguen siendo puntos de referencia para los amantes de las flores, este es el caso de Margarita se llama mi amor. Algunas de estas floristerías han pasado de generación en generación, manteniendo vivo un negocio artesanal que se caracteriza por la atención personalizada y el conocimiento profundo de cada flor.

En contraste con las grandes superficies y cadenas, las floristerías tradicionales de Madrid ofrecen una experiencia más cercana y auténtica. Los floristas madrileños no solo venden flores, sino que aconsejan a los clientes sobre cuál es la mejor opción para cada ocasión, cuál es el significado de cada flor y cómo cuidarlas para que duren más tiempo.

Una tradición que florece

En resumen, la tradición de comprar flores en Madrid es un reflejo del carácter vivo y festivo de la ciudad. Ya sea para honrar el amor o para celebrar una ocasión especial o simplemente para alegrar el día con un poco de color, las flores son un elemento esencial en la vida de los madrileños. Comprar flores en la capital no es solo una cuestión de estética, sino un acto que conecta a las personas con sus raíces, sus emociones y sus costumbres más queridas. Es, en definitiva, una tradición que sigue floreciendo año tras año.