Durante años, conseguir la asepsia en los hospitales, es decir, eliminar la presencia de gérmenes que pudiesen causar infecciones, fue una de las grandes preocupaciones del ser humano. Concienciado en esta búsqueda, Maurice Berger (auxiliar de farmacia), inventa un sistema que consigue purificar la atmósfera en habitaciones cerradas. A este sistema se le da el nombre de: “Sistema de difusión por catálisis”. Pronto, se comienza a dar un uso privado al mismo. Su apogeo comienza en los años 30 debido a la incorporación del perfume. A su vez, grandes diseñadores y casas de fabricación convierten estas “pequeñas lámparas que destruyen los malos olores” en piezas de colección.
Este sistema es por tanto algo más que un simple ambientador, no disimula los malos olores, sino que los destruye purificando el ambiente.